VENEZUELA: Maduro “consolida” su gobierno luego comicios
AP: Miami, Florida,
EE.UU. - Cuando tres presidentes de las democracias más
grandes de América Latina se metieron al conflicto entre el presidente
venezolano Nicolás Maduro y sus opositores en torno a quién había ganado las
elecciones presidenciales de la nación sudamericana, ello representó una
inusual apuesta diplomática.
Los
presidentes de Brasil, Colombia y México —apodados “Los tres amigos” y todos
políticos de izquierda que han sido amigables con Maduro— rompieron con décadas
de diplomacia de no intervención hacia Venezuela y su propia renuencia a
inmiscuirse en los asuntos soberanos de un país vecino en una región en la que
las intervenciones militares de Estados Unidos durante la Guerra Fría siguen
generando resentimiento.
Sin embargo, algunos
expertos señalaron que el intento de paz está perdiendo impulso antes de
siquiera despegar.
Mencionaron la
desconfianza del presidente saliente de México, las divisiones entre la
izquierda latinoamericana y la presión por parte de Estados Unidos para que
Maduro reconozca la derrota y se haga a un lado. El principal resultado hasta
ahora, según ellos, ha sido darle a Maduro tiempo valioso para consolidar su
mando y encarcelar a más adversarios desde las elecciones celebradas el 28 de
julio.
“El esfuerzo de
mediación es cuidadoso, está enfocado a evitar conflictos y una nueva oleada de
migración en lugar de defender la democracia”,
comentó Daniel Lansberg-Rodríguez, analista nacido en Venezuela y fundados de
Aurora Marco Strategies, una consultora de riesgos geopolíticos con sede en
Nueva York.
“Es difícil ser
optimista”, añadió Michael Shifter, expresidente del
centro de estudios Diálogo Interamericano en Washington.
La labor diplomática
realizada por el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, por el
mandatario mexicano Andrés Manuel López Obrador y por su contraparte colombiana
Gustavo Petro para resolver la disputa en torno a los resultados de las
elecciones fue anunciado en un principio por muchos de la oposición venezolana
y por Estados Unidos, que estaba feliz de dejar ese campo minado político en
manos de otros.
Lula, que envió a un
colaborador cercano a Caracas para supervisar las elecciones, rechazó reconocer
la declaración de victoria de Maduro. Acompañado por López Obrador y Petro,
también pidió a las autoridades venezolanas que publicaran las actas de los resultados
de las elecciones —como lo ha hecho tradicionalmente— para que respaldaran su
afirmación de que Maduro había ganado.
“Si existen
dudas... que se cuenten los votos", dijo López Obrador en
sus primeras declaraciones tras las elecciones.
Los políticos de la
oposición han dicho que obtuvieron más del 80% de las actas de escrutinio del
país y que muestran que el candidato Edmundo González había ganado por un
margen de dos a uno, lo que ha provocado que Estados Unidos y decenas de países
más señalen que González había obtenido la mayor cantidad de votos.
Brasil, México y Colombia
no se han sumado a esos países, y en lugar de eso han tratado de lograr que
Maduro publique el desglose de los resultados. Pero a medida que ha pasado el
tiempo y mientras la campaña de represión del gobierno venezolano hacia la
oposición continúa, el trío ha perdido algo de su magia. Todavía no se ha
realizado una llamada discutida desde hace tiempo entre los presidentes y
Maduro.
Recientemente, López
Obrador insinuó que daría un paso atrás del esfuerzo para esperar los
resultados de una auditoría realizada por el Tribunal Supremo de Venezuela, que
está repleto de leales a Maduro y casi nunca ha fallado contra el gobierno.
el enojo contra Lula da Silva
Mientras tanto, Lula ha hecho enojar a muchos de la oposición al decir
que está de acuerdo en que se vuelvan a realizar las elecciones.
“No sabemos realmente qué tan comprometidos están con una transición a
la democracia”, comentó
Javier Corrales, profesor de política latinoamericana en el Amherst College de
Massachusetts. “Quizá en círculos privados están presionando a Maduro para
que renuncie, pero en las declaraciones públicas no existe ninguna evidencia de
que esto sea una prioridad. Hablan en su mayoría de estabilidad y evitar un
derramamiento de sangre”.
Estados Unidos se ha mostrado dispuesto a permanecer a un lado tras los
intentos fallidos del gobierno del expresidente Donald Trump para derrocar a
Maduro. El gobierno del presidente Joe Biden, aunque condenó el aparente fraude
electoral, no ha tomado represalias o ido tan lejos como la oposición para
reconocer a González como presidente electo. En lugar de eso, prefiere dar
espacio político a la diplomacia, sobre todo porque el siguiente periodo
presidencial no empieza sino hasta enero.
Sin embargo, detrás de bambalinas, ha estado compartiendo sus posturas
con el trío de países latinoamericanos, y el secretario de Estado Antony
Blinken recientemente habló con su contraparte mexicana, Alicia Bárcena,
mientras el presidente Biden y el primer ministro canadiense Justin Trudeau
charlaron con Lula.
la ventaja de estados unidos
A diferencia de los vecinos de Venezuela, Estados Unidos tiene una
ventaja real sobre Maduro que podría hacer que le sea imposible gobernar
eficientemente durante los próximos seis años. Eso incluye sanciones petroleras
debilitantes que prácticamente han dejado a la nación de la OPEP fuera de los
mercados occidentales y están contribuyendo a la escasez y a una crisis
económica en curso. También hay una recompensa de 15 millones de dólares por el
arresto de Maduro para enfrentar cargos de tráfico de drogas en Estados Unidos.
Un plan de salida para Maduro probablemente involucrará cierta amnistía
para el presidente y decenas más que están acusados de corrupción, tráfico de
drogas y abusos a los derechos humanos.
Thomas Traumann, consultor político brasileño, dijo que Lula y sus
socios han emergido como los “adultos de la habitación” luego de una serie de
fracasos políticos de Estados Unidos.
“¿A dónde nos han llevado las sanciones estadounidenses?”, dijo Traumann, que anteriormente fungió como
portavoz de Dilma Rousseff, miembro del Partido de los Trabajadores —al que
pertenece Lula— y presidenta de Brasil de 2011 a 2016. “En los últimos 20
años, Estados Unidos ha recurrido a sanciones, a congelar reservas
internacionales, a reconocer a un presidente títere e incluso apoyar un golpe
de Estado militar en 2021 —todo lo cual ha fracasado”.
Sin embargo, comentó que no es realista que algún país extranjero —ya
sea Estados Unidos o cualquier otro— desempeñe más que un papel de apoyo
mientras Maduro cuente con el apoyo de las fuerzas armadas y aliados poderosos
como Rusia y China.
"Este plan probablemente no tenga éxito, no porque Lula y Petro sean ingenuos o no estén ejerciendo suficiente presión sobre Maduro, sino porque es poco lo que pueden hacer para imponerlo”, dijo. “Cualquier autócrata puede sobrevivir a las sanciones internacionales”.
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