Amazónia pierde espacio de bosques semejante al tamaño del territorio de Colombia
RFI: La situación de la mayor
selva tropical del planeta es "alarmante". Así lo señala el análisis
del sistema MapBiomas Amazonas, que la Red Amazónica de Información Socio
ambiental Georreferenciada (RAISG) presentará esta semana.
Entre 1985 y 2003, la
deforestación destruyó un 12,5% de la cobertura vegetal de la región amazónica,
un total de 88 millones de hectáreas.
Esto se debe a una
"transformación acelerada" del uso de los suelos, dice Sandra Ríos
del Instituto del Bien Común de Perú, miembro de esta iniciativa.
“Hemos visto un
crecimiento enorme de lo que ha sido la minería. De 1985 hacia 2023 ha crecido
en más de 1.000%. La agricultura, más de 500%, y hubo casi 300% de crecimiento
en la ganadería”, explica.
El año pasado fue el más
devastador de las últimas dos décadas, con una pérdida
de más de 3.8 millones de hectáreas. Esta superficie equivale a 190 veces el
tamaño de la ciudad de Buenos Aires.
La pérdida de estos
bosques, claves para la regulación del clima, tiene graves consecuencias a
nivel global.
“Ya estamos viendo
eventos extremos en toda la región, no solamente en la amazónica, es a nivel
global. Tenemos sequías, por un lado, inundaciones por el otro. Los incendios
se siguen multiplicando”, indica la experta.
Desde hace semanas,
grandes extensiones arden en Brasil, Perú, Ecuador, Colombia, Bolivia y
Argentina, favorecidos por la severa sequía.
A su vez, algunos
afluentes del río Amazonas registran sus niveles más bajos en décadas.
Este fenómeno no solo
destruye la biodiversidad, sino que amenaza la supervivencia de los 47 millones
de personas que viven en sus riberas, principalmente, las poblaciones
indígenas, “siendo las más afectadas y las que necesitan respuestas
inmediatas a las emergencias climáticas, porque estas poblaciones locales han
sido por años barreras a la deforestación en las áreas que ellos ocupan”,
aduce.
Para revertir esta
situación, la especialista recomienda
seguir trabajando por la conservación de estos ecosistemas, pero también
por la recuperación y reforestación a nivel regional, sin dejar de lado las
medidas de adaptación.
No obstante, insiste en
que esta tarea no solo debería recaer en los gobiernos de los países
amazónicos, sino que “debería ser una
agenda global que no solamente se plantee desde las políticas, sino
desde la identificación de estrategias claves, pero que aterricen realmente en
su implementación en el campo”.
Y para la RAISG, la respuesta ha de ser urgente. De seguir esta tendencia, la red considera que la Amazonía iniciará en unos años un proceso irreversible hasta convertirse en sabanas o praderas.
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