¿De las costillas de quién sacará Abinader más dinero?
Cuando el país está
azotado por los apagones, la carestía de la comida, las medicinas, los
materiales de construcción, los alumnos dominicanos no encuentran cupo en las
escuelas públicas, la violencia es incontenible, los accidentes mortales
múltiples y el colapso del tránsito urbano son insoportables, el presidente
Luis Abinader viene con “un viaje de reformas”.
En lugar de formar un
equipo de ministros calificados por su competencia técnica y su honestidad para
que afronten esa bandeja de problemas importantes en su último período,
prefiere seguir patinando con sus compañeros que no resuelven nada, “pero se
fajaron en la campaña” y su premio es ser ministros y directores para que
cobren… y “un chin más”.
Las reformas que impulsa
Abinader sirven para muchas cosas.
Mientras machistas
estúpidos siguen matando a sus exparejas, la gente ve la novela de la reforma
constitucional de Abinader. Y la muerte sigue “su agitado curso” sin que esa
pretendida modificación tenga una respuesta.
También quedan sin
responder todos los problemas cruciales del país: apagones, narcotráfico,
entreguismo neocolonial, pandemia de accidentes, migración ilegal de entrada y
de salida incontrolable…
Peor aun, el paquetazo de
reformas “da temas” a los partidos fuera del gobierno que no tienen madera de
opositores, porque se reducen a carpinteros de redes sociales, posantes de
cámaras, incapaces de asumir la responsabilidad de movilizar al pueblo para
defender sus derechos.
¿De qué vale hacer
denuncias si los partidos fuera del poder no entran en las masas y se
convierten en el esqueleto que las sostienen de pie y en marcha a la cabeza de
ellas?
Lo anterior se explica
porque –como he dicho antes– en esta etapa de la sociedad dominicana no hay
partidos políticos, sino franquicias para arrebatar elecciones de minorías, con
dinero procedente del Estado, la corrupción y el narcotráfico. ¡Con pocas honrosas
excepciones!
Reforma constitucional
El 7 de agosto escribí
aquí que con la reforma constitucional Abinader no pondrá ningún candado contra
la relección, sino que se burlará del referendo aprobatorio para que la “llave
maestra” de la mayoría mecánica gubernamental o comprada, siga cambiando las
reglas de elección a conveniencia.
Con los privilegios que
tienen los legisladores (sueldo, guardaespaldas, ametralladoras, exoneraciones
y barrilón) es imposible que acepten reducir la matrícula de diputados como
“expuso” Abinader como cebo para que ratones ciudadanos den crédito a su reforma.
Reelección indefinida
Los revisores de la
Constitución, con su analfabetismo funcional a cuesta, tomarán una decisión
trascendente: eliminar toda referencia a la reelección para dejarla permitida
de manera indefinida como en 1966 para que Abinader pueda “seguir
sacrificándose” por el país.
¡Me parece muy bien! Es
lo mejor que pueden hacer los legisladores para ver si termina el jueguito ese
de “coger de mojiganga” a los votantes cada cuatro años.
Un Lilís reelecto
indefinidamente, en elecciones democráticas unánimes, puede ser necesario para
enderezar el rumbo de este país y que rindan cuentas quienes tengan que
hacerlo. Como tuvo que rendirlas el mismo Lilís.
Reforma fiscal
La pretendida reforma
fiscal, eufemismo utilizado por los políticos infames para aumentar los
impuestos directos e indirectos, que perjudican mayormente a la clase media y a
los más pobres, es un imposible práctico en el momento actual.
¿Alguien va a
convencerme de que el gobierno de Abinader, que está al servicio de los
oligarcas y reparte marifinga a los pobres de forma ocasional, va a cobrar
impuestos en mayor cuantía a la clase que lo sustenta y él alimenta?
No señor, eso no se hará
y tampoco ellos lo van a permitir.
¿De dónde va
Abinader y sus asalariados legisladores a sacar cerca de 200,000 millones de
pesos a través de su reforma fiscal?
Luce imposible que
eliminen las exoneraciones del pago de impuestos al turismo, porque sin ese
paquete de sacrificios del Estado, el sector “más pujante” de la economía se
desploma.
Tampoco harán que las
zonas francas paguen impuestos, porque se van corriendo para Honduras y hasta
para Haití, lo que desplomaría un sector que no crece desde hace años, pero que
se mantuvo al cobrar vigor con la pandemia del Covid-19.
La minería está en el
piso porque los dos proyectos más importantes (Barrick Pueblo Viejo –oro en
Cotuí– y Falcondo –ferroníquel en Bonao– están constreñidos porque el gobierno
no les permite su expansión productiva para hacer alardes de protección ambiental,
mientras las cuencas de los ríos más importantes del país son devastados por
finqueros incontrolables y un gobierno indolente.
Ironías de la vida:
quienes llevan una cadena de oro en su pecho, un anillo de bodas en su dedo y
viajan en autos y aviones como no lo puede hacer el campesino, se oponen a la
actividad minera.
El daño de la minería no
es la extracción que es remediable 90 por ciento, sino quién se queda con los
dividendos de esa fabulosa fortuna.
Si un Estado que recibe
el dineral que puede pagar en impuestos y regalías la minería se ocupara de
mejorar la calidad de vida de gente y remediara el daño ambiental, la
extracción dejaría de ser un demonio virtual.
Sólo a las loterías
Descartando que el
gobierno desmonte las exenciones fiscales –no lo hará, lo juro– y que los
sectores más gravados no tienen para dónde crecer, como las telecomunicaciones,
Impuesto sobre la Renta, Itbis, viviendas y ganancias, el gobierno solo tiene
el recurso perverso de cobrar más impuestos a las loterías.
En este país hay
diariamente más de 20 loterías los siete días de la semana, mejor comunicadas
que algunas universidades y que todas las escuelas.
En medio de la carestía y
la ignorancia, apegarse a probar suerte en estos juegos mafiosos, es uno de los
recursos a que se acoge el dominicano desesperado.
Tal vez ahí es que puede
Abinader poner más impuestos a los premios, salvo que el cartel de las rifas
–súper bien representado en el Congreso Nacional–, decida aguarle la fiesta.
Impuestos indirectos
La tentación y la lujuria
del poder pueden persuadir a Abinader y su desmembrado equipo político a
aumentar las tasas de los impuestos indirectos.
Ojalá no lo haga. La
paciencia tiene un límite y este país no merece volver a vivir un abril de 1984
ni su partido PRM –porque parece que ya Hipólito Mejía no cuenta– pasar por la
prueba de su padre PRD, que inició su debacle precisamente matando, hiriendo y
encarcelando a sus militantes que se movilizaron en los barrios, estando su
cúpula en el poder.
Dudo mucho que Abinader
tenga más talento y experiencia que Salvador Jorge Blanco, porque cuando vi (a
Jorge Blanco) encerrado la cárcel preventiva del ensanche La Fe, junto al
mariscal Cuervo Gómez, entre otros, parecía una cobaya. Y su guapetón mariscal,
también. ¡Pobrecitos!
Por: Felipe Ciprian.
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