Así es envejecer con progeria, el síndrome que padecía el afamado científico Sammy Basso
EFE: Envejecer antes de tiempo, tan deprisa que el promedio de vida de un niño con progeria
es de 13 años. Esta enfermedad rara afecta a 103 casos registrados en
37 países, según las cifras más recientes de la Fundación para la Investigación
de la Progeria (PRF por sus siglas en inglés).
Carlos López-Otín, catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la
Universidad de Oviedo, explica que “la progeria
o mejor las progerias, porque hay distintos tipos, son síndromes que
causan un envejecimiento acelerado. La más conocida y tal vez
la más devastadora es la progeria de Hutchinson-Gilford”.
La vida en un segundo
El síndrome de Hutchinson-Gilford (HGPS por sus iniciales
en inglés) es fatal. Aunque la mayoría de los niños que lo padecen
lucen saludables al nacer, desarrollan características de
envejecimiento prematuro a los pocos meses.
Estos pequeños mueren de la misma
enfermedad cardíaca que afecta a millones, la arteriosclerosis, pero en vez de encontrarse
con este problema a los 60 o 70 años, lo enfrentan a los 10.
Por eso, explica la PRF, pueden tener derrames
cerebrales y ataques cardíacos mucho antes de que comiencen a entender
cómo funciona el mundo: su pronóstico de
vida es de 13 años.
Los síntomas del HPGS “incluyen
retraso del crecimiento, pérdida de grasa corporal y cabello, piel envejecida,
rigidez de las articulaciones, dislocación de la cadera, arteriosclerosis,
enfermedad cardiovascular y derrame cerebral. La esclerodermia, un endurecimiento de la piel del tronco y las
extremidades, es también frecuente”, indica la PRF.
Estos pequeños tienen un parecido sorprendente a pesar de ser de diferentes procedencias étnicas y,
aunque luchan con un problema de salud tras otro, su intelecto no se ve
afectado.
Según la PRF, “estos
extraordinarios niños son reconocidos por su inteligencia, energía y amable
personalidad”. ¿Cómo se forma la
mutación que mina sus jóvenes cuerpos?
Cien años de pausa, diez de avances
El investigador López-Otín indica que las progerias “están provocadas por mutaciones en genes relacionados con la
reparación del ADN o con el
mantenimiento de la estabilidad del núcleo de las células. Algunas de estas mutaciones son hereditarias, pero la mayoría
son mutaciones llamadas de novo y surgen durante el proceso de desarrollo
embrionario”.
El biólogo Vicente Andrés, director del Laboratorio de
Fisiopatología Cardiovascular Molecular y Genética del Centro Nacional de
Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), afirma que el HGPS se describe por
primera vez hacia finales del siglo XIX por los médicos Jonathan Hutchinson y Hastings
Gilford.
“Desde la descripción del HGPS
pasaron más de cien años, hasta el 2003, cuando se identifica la mutación en el
gen LMNA responsable de la enfermedad”, subraya Andrés.
El gen LMNA produce normalmente la proteína Lamina A, que
interviene en el andamiaje estructural del núcleo de una célula, además de
regular múltiples procesos celulares.
Este experto precisa que “la mayoría
de pacientes afectados de HGPS presentan una mutación en el exón 11 del gen
LMNA, que provoca la producción de una proteína mutada que se denomina
progerina. La mutación ocurre en una de las dos copias del gen LMNA que hay en
cada célula, por lo que los pacientes producen tanto Lamina A como progerina”.
La progerina “tiene
la característica de estar permanentemente
farnesilada. La farnesilación es una modificación que también sufre la
proteína normal, pero cuando no hay mutación, la farnesilación se
pierde al final del proceso de maduración de la Lamina A”.
La progerina mantiene la farnesilación y “por lo que hemos aprendido en los últimos
años en modelos celulares y animales, en ratones fundamentalmente, la
farnesilación de la progerina sería la causante principal de la sintomatología
de la enfermedad”, resalta el biólogo Vicente Andrés.
¿En qué
punto está la investigación?
La PRF nace en 1998 cuando Sam, el hijo de dos médicos de
Massachusetts, los doctores Leslie Gordon y Scott Berns, fue diagnosticado con progeria.
Cuando Gordon y Berns encontraron que la investigación
sobre la enfermedad era un terreno árido, decidieron sembrar las semillas de la
fundación, que hoy lidera el tema a nivel mundial.
Desde entonces miles de expertos y voluntarios se han
unido a la causa y han logrado importantes avances que enumeran los portavoces
de esta fundación:
“El
histórico descubrimiento del gen de la progeria en 2003”.
“El
primer éxito tras un tratamiento: Los resultados del primer ensayo
clínico que muestra que cada niño mejoró en una o más áreas, incluyendo el
sistema cardiovascular. Descubrir que las drogas pueden modificar la enfermedad
abre las posibilidades para buscar mejores tratamientos y, con optimismo, una
cura”.
“La publicación de directrices de
tratamiento para mejorar la calidad de vida de los niños, disponible en cuatro
idiomas”.
“La adjudicación de casi cinco
millones de dólares para becas de
investigación que han producido datos importantes en la búsqueda de
tratamientos”.
“La campaña ‘Encuentra a los
otros 150’, un esfuerzo para identificar a los niños con progeria en todo el
mundo que ha elevado el total a 103, un aumento del 91 % desde que comenzó la
iniciativa en octubre de 2009”.
El trabajo liderado por el catedrático Carlos López-Otín
también ha sido definitivo para descifrar el HGPS. Este experto explica que su
relación con este campo comenzó hace más de diez años de forma casual, en el
ámbito de la investigación oncológica.
“En nuestro laboratorio generamos
ratones modificados genéticamente para entender la progresión del cáncer. Para
nuestra sorpresa, una estirpe de estos ratones se desarrollaba normalmente,
pero envejecía a un ritmo extraordinario. Estos animales no nos ayudaron a
avanzar en nuestras investigaciones sobre el cáncer, pero abrieron el camino a
nuestro trabajo sobre el envejecimiento y las progerias”, reflexiona López-Otín.
Este investigador resume lo que vino después de ese
hallazgo: “En estos más de diez años de
intenso trabajo con extraordinarios colaboradores, hemos descifrado los
mecanismos moleculares fundamentales responsables del desarrollo de HGPS. Este
trabajo ha conducido a un tratamiento para esta enfermedad”.
Hacia un tratamiento
Juan Carlos Izpisúa, director del Centro de Investigación
de Medicina Regenerativa de Barcelona, resalta que en España hay diferentes
grupos de investigación trabajando en
envejecimiento: “algunos estudian
cómo los hábitos en nutrición afectan este proceso, otros cómo los cambios hormonales modulan su velocidad
y otros estamos interesados en entender su biología molecular”.
Asimismo afirma que
“la identificación de las causas genéticas de la progeria, las enzimas
responsables de la acumulación de la progerina y la ruta de acción que utiliza
el gen causante han permitido que la PRF haya puesto en marcha el primer ensayo
clínico para el tratamiento de este síndrome”.
Este especialista señala que “en 2012 se publicaron los resultados preliminares de este ensayo
clínico. Mostraban mejoras en la estructura ósea, las capacidades auditivas y
la rigidez vascular en los 25 pacientes tratados con el fármaco”.
La PRF explica que ese fármaco es Lonafarnib,
desarrollado originalmente para tratar el cáncer, que ha demostrado ser
efectivo contra la progeria.
No obstante, aclara esta fundación, aún no está aprobado
por la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA), “por lo que la única manera de que los niños
puedan probarlo es inscribirse en un ensayo clínico”.
La PRF “continúa
explorando otras drogas prometedoras y actualmente co-funda y coordina el
triple ensayo clínico, probando el fármaco inicial con otras dos drogas. Este
ensayo se ha ampliado recientemente para que más niños puedan mejorar sus
vidas”.
“Recientemente un grupo sueco ha
descrito que otro fármaco podría resultar beneficioso en el tratamiento de esta
enfermedad en ratones. Aunque estos resultados son prometedores, están lejos de
la aplicación en humanos”,
agrega Juan Carlos Izpisúa.
La investigación sobre la progeria no sólo es vital para
encontrar una cura, sino que podría ser la clave para entender el
envejecimiento y otros males.
Progeria, enfermedad cardiovascular y
envejecimiento
La PRF señala que hay una conexión entre la progeria, la enfermedad cardíaca y el
envejecimiento. El biólogo Vicente Andrés asegura que la mayoría de los
niños con HGPS fallecen por problemas cardiovasculares, principalmente por
infarto de miocardio o cerebral.
“Sobre las bases moleculares de
esta característica o por qué se produce arteriosclerosis acelerada en estos
pacientes hay un desconocimiento muy grande, ese es uno de los campos que
estamos investigando activamente en el CNIC”, añade el experto.
El investigador López-Otín continúa su búsqueda: “Hemos identificado las causas genéticas de
otros síndromes de envejecimiento prematuro y las mutaciones que generan una
nueva enfermedad a la que hemos denominado síndrome de Néstor y Guillermo. Este
trabajo nos ha permitido progresar en las claves moleculares del
envejecimiento”.
Entender el envejecimiento es también uno de los
intereses del bioquímico Juan Carlos Izpisúa, quien explica que su trabajo con
la progeria consistió en “establecer el
primer modelo de envejecimiento humano in vitro” a partir del trabajo con
células madre de pluripotencia inducida (iPS) de pacientes con progeria.
“Si somos capaces de identificar por qué y cómo envejecemos, podremos entender el transcurso de patologías degenerativas asociadas a la edad y buscar curas para ellas”, concluye Izpisúa.
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