RELATO: Trabajadoras domésticas: Nuevos esquemas de trabajo, mismas condiciones laborales
Santo Domingo, RD.
- “¡Ocho horas de trabajo, ocho horas de ocio y ocho
horas de descanso!, con ese grito reivindicaban los obreros de finales del
siglo XIX una justa distribución de las tareas que permitiera conciliar la vida
laboral y familiar de todos ellos”.
En ese entonces la clase obrera luchaba para que se le otorgasen
una serie de derechos en medio de un sistema explotador.
Dos siglos después,
Mayelin Moreno, de 31 años se prepara para partir a su trabajo. Debe entrar a
las 8:00 de la mañana y su hora de salida es incierta. Y eso que ya pocas
trabajan con dormida.
“Ahí yo hago todo, menos
planchar. Mi hora de entrada es a las 8:00 y sin salida porque salgo cuando
termino que por lo regular es de siete a ocho”,
cuenta Moreno, quien desde hace seis años se dedica a prestar servicios domésticos en
lo que popularmente se conoce como “casas
de familia”.
Ella vive en la Zurza, en
el Distrito Nacional y con cuatro hijos, de tres, cinco, nueve y 12 años debe
procurar conseguir el sustento para
su familia. Sin embargo, el sueldo que gana por sus servicios no es muy
talentoso: 3,500 cada mes, aunque no va a diario.
“En mi primer
empleo me pagaban 10,000 pesos, pero yo tenía que ir todos los días y tenía que hacer todo: cocinar, lavar, fregar, todo.
Duré como seis meses, nunca me dieron nada, no me liquidaron ni
nada por el estilo y yo pensaba que con ese tiempo me tocaba algo. En otro duré
casi un año y la señora me paró por problemas económicos y nunca me liquidó”,
narra Moreno al recordar sus otras experiencias laborales.
La historia de Mayelin
llegó por medio de la entrevista a su amiga Yolanda Franco Soto, de 42 años,
quien también se dedica a trabajos domésticos desde hace 20 años. Dice que en
la última casa que estuvo, y de la que salió hace seis meses, duró 13 años ganando
un sueldo de 3,000 pesos
quincenales.
En su caso, su horario de llegada era de 8:00 a 9:00
de la mañana y se tenía que retirar a su casa cuando culminaban sus tareas domésticas. “A la hora que yo terminara, a
las 3:00 o 4:00, dependiendo de lo que hubiera que hacer en el día”.
“Yo duré todo ese
tiempo y siento que no valoraron mi
trabajo, porque no me trataron como debían de tratarme, pero uno tiene que hacer sacrificios y trabajar como
se pueda y donde se pueda”, reflexiona Franco.
Actualmente trabaja en el ayuntamiento y después que cumple su
horario allí se va a hacer “limpiaditas en casas de familias”.
Mérida del Carmen de 41
años, residente en Los Tres Brazos, Santo Domingo Este, se dedica a este
trabajo desde que tenía 13 años. Inició en su provincia natal, San Juan de la Maguana, pero a los 15 años
se vino a vivir a la capital.
Su trabajo más estable y
en el que cumplió 20 años llegó precisamente a sus 20. inicialmente su horario
era de 8:00 a 5:00 de lunes a sábado y “tenía
que hacer todo: lavar, cocinar, limpiar, todo” en una casa en la que
vivían seis personas y ganaba un sueldo de 3,500 mensuales.
Afirma que, gracias a la diversificación que hay ahora en este oficio,
ha habido momentos en su vida en los que ha tenido hasta tres trabajos.
“En uno me ganaba 5,000 pesos, en uno 13,000 y en otro 6,000”, recuerda. Todo
esto gracias a que ya casi no hay domésticas con dormida y ello le da
flexibilidad para tener más de un trabajo. Algunas se acogen a una agencia de
empleo.
Finalmente se quedó con dos, pues de trabajar en la casa de la mamá pasó
también a trabajar en la casa de la hija, cuando esta se independizó y tuvo una
hija que requería cuidados. Por el trabajo que realiza en estas dos casas
su suelo mensual es de 28,000 pesos.
Ella explica que sus jefas son personas consideradas y que se preocupan
por su bienestar y el de su familia, por lo que en esos 20 años ella entiende
que “se ha construido un lazo familiar”.
“Depende la persona que te toque, porque no todas las casas son iguales.
Te puedes tocar una casa que crea que tú no eres nada, simplemente la
trabajadora o cachifa…te ponen como el perro del patio. Va a existir
gente buena y mala. No todo el mundo es igual'', expresa.
Se ha quedado en noticia
De acuerdo con las cifras de la Encuesta Nacional Continua de
Fuerza de Trabajo (ENCFT) correspondientes al último trimestre del año
2019, de las 4,715,879 personas que figuraban como población ocupada de 15 años
y más, unas 260,620 personas fueron contabilizadas en el sector
“Servicio doméstico” o Trabajo Doméstico Remunerado (TDR), esta cifra
representa el 5,5% de la ocupación en el ámbito nacional.
En el 2022 el presidente Luis Abinader anunció un plan
para formalizar el trabajo doméstico y que se estableciera un
suelo mínimo de 10,000 pesos, el horario, período de vacaciones, el tipo de
trabajo a realizar y que las trabajadoras sean registradas en el Servicio de
Tesorería. de la Seguridad Social (TSS).
“Me emocioné bastante”, recuerda Mayelin cuando recibió la noticia.
“Pensé que ya lo habían puesto a funcionar eso, pero me han dicho que
no…Nosotras como empleadas domésticas tenemos derecho al
seguro médico, a que le paguen un sueldo que valga la pena, que uno tenga deseo
de seguir trabajando y un día de descanso porque hay casas de
familia que no le dan día de descanso'', afirma Franco.
Y es que en junio de 2023 este proyecto fue declarado inconstitucional y
el Tribunal Constitucional (TC) dejó sin efecto la resolución
que desarrolló el régimen regulatorio para el trabajo doméstico.
Ante esto, el Ministerio de la Mujer depositó ante el
Tribunal Constitucional un Amicus Curiae, como respuesta al recurso de
inconstitucionalidad presentado en contra de la Resolución del Ministerio de
Trabajo que busca formalizar el Trabajo Doméstico Remunerado.
Sin embargo, al día de hoy las conclusiones sobre ese proceso son inciertas y
las trabajadoras domésticas siguen esperando por tener acceso a derechos
similares a los demás trabajos.
''Debe de regularse estoy totalmente de acuerdo porque
es un trabajo al igual que otros… y quizás hasta más forzado porque lo que no
estudiamos trabajamos con la fuerza, entonces debemos tener derecho a un sueldo
mínimo, seguro médico, etc.”, concluye Del Carmen.
Por: Jessica Arno.
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