VECINOS DENUNCIAN: No son los ladrones, lo que preocupa es la cañada Chumplun
En la mente de los
residentes del sector de Manoguayabo, en Santo Domingo Oeste, el último de los
problemas sociales que figura es la inseguridad. A pesar de que en la época
navideña el flagelo se incrementa de forma desmesurada, los moradores aseguran
que hace tiempo que no corre el murmullo de que una persona fue asaltada o
alguna propiedad privada violentada.
Aparentemente,
los agentes policiales pasean de forma constante y, aunque para algunos el
miedo de ser atracados es permanente, pasean con confianza entre las calles de
Manoguayabo con preocupaciones que están más dirigidas a que pasará si llueve,
el alto costo de la vida y qué comerán mañana.
“El problema de
aquí es esa cañada que cuando sube hasta al que menos cree lo deja sin nada.
Nosotros lo que necesitamos es que nos ayuden, que intervengan esto aquí porque
cuando eso sube no perdona”, expresó Jonathan Durán,
quien vive en la parte de Chumplun, donde la mayoría de los residentes
sufrieron pérdidas materiales incuantificables con las lluvias del pasado 18 de
noviembre.
La cañada, que
supuestamente está en proyecto por la Corporación del Acueducto y
Alcantarillado de Santo Domingo (CAASD) para cerrarla y evitar que continúe
siendo un peligro, prácticamente rodea a todo el barrio y cuando sube, lo hace
a niveles inimaginables.
A más de un mes de los
más de 400 mililitros de agua que cayeron en el país el pasado 18 de noviembre,
quienes viven en Manoguayabo no se han podido recuperar por la pérdida de
electrodomésticos, muebles, camas, ropa, utensilios genéricos del hogar y hasta
sus propias casas.
El alto costo de la vida
Además de que tienen que
estar completamente preparados para echar a correr cuando llueve, las alertas
en Manoguayabo se encienden cada vez que algún producto de primera necesidad
sube de precio, porque la obligatoriedad de comprarlo no quita su falta de
dinero.
“La economía está
terrible. No hay dinero, yo este diciembre no he sentido movimiento de nada y
de algo uno tiene que vivir. En la casa hay que comer arroz, hay que comprar
pollo y yo puedo aguantar el hambre, pero a mi hijo de cinco años como yo le
explico que no hay cuando él me pide”, se quejó José Luis
Tapia, padre de familia.
Así como José Luis, los
entrevistados por la Prensa en el lugar, remitieron su queja por lo cara que se
encuentra la vida en sentido general.
“Carísimo, todo está
demasiado caro. No hay dinero y para estas fechas es que uno tiene la esperanza
de ver un chin más”, afirmó Dioris Martínez, motorista del
sector quien además señaló que ni siquiera la tradicional ropa de estreno para
el asueto navideño se ha podido costear.
Por: Nayeli Reyes.
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