Creador de ChatGPT se enfrenta al New York Times sobre "uso justo" de obras con derechos de autor
AP: Beijing, China. - Una
avalancha de demandas en una corte federal de Nueva York pondrá a prueba el
futuro de ChatGPT y otros productos de inteligencia artificial que no serían
tan elocuentes si no hubieran ingerido grandes cantidades de obras humanas
protegidas por derechos de autor.
Pero
¿los chatbots de IA —en este caso, productos ampliamente comercializados
fabricados por OpenAI y su socio comercial Microsoft— incumplen las leyes sobre
derechos de autor y competencia leal? Los escritores profesionales y los medios
de comunicación se enfrentarán a una difícil batalla para ganar ese argumento
en los tribunales.
“Me gustaría ser
optimista en nombre de los autores, pero no lo soy. Creo que tienen una ardua
batalla por delante”, afirmó la abogada especializada en
derechos de autor Ashima Aggarwal, quien trabajó para el gigante editorial John
Wiley & Sons.
Una demanda procede de
The New York Times. Otra de un grupo de reconocidos novelistas como John
Grisham, Jodi Picoult y George R.R. Martin. Una tercera, de escritores de no
ficción de gran éxito, incluido un autor de la biografía ganadora del Premio
Pulitzer en la que se basó la exitosa película “Oppenheimer”.
LAS
DEMANDAS
Cada una de las demandas
presenta argumentos diferentes, pero todas se centran en que la empresa OpenAI,
con sede en San Francisco, “ha creado este producto a partir de la propiedad
intelectual de otras personas”, dijo el abogado Justin Nelson, quien representa
a los escritores de no ficción y cuyo despacho también representa a The New
York Times.
“Lo que OpenAI está
diciendo es que tiene vía libre para adueñarse de la propiedad intelectual de
cualquier otra persona desde el principio de los tiempos, siempre y cuando se
encuentre en internet”, dijo Nelson.
The New York Times
interpuso una demanda en diciembre, alegando que ChatGPT y el chatbot Copilot
de Microsoft compiten contra los mismos medios con los que se entrenan y
desvían el tráfico web del periódico y de otros dueños de derechos de autor que
dependen de los ingresos publicitarios que generan sus sitios para seguir
produciendo su periodismo. También presentó evidencias de que los chatbots
repetían artículos del Times palabra por palabra. En otras ocasiones, los
chatbots atribuyeron falsamente información errónea al periódico, lo que
perjudica su reputación.
Un juez federal preside
hasta ahora los tres casos, así como un cuarto de otros dos autores de no
ficción que presentaron otra demanda la semana pasada. El juez federal de
distrito Sidney H. Stein ha estado en el tribunal de Manhattan desde 1995,
cuando fue nombrado por el entonces presidente Bill Clinton.
LA RESPUESTA
OpenAI y Microsoft aún no
han presentado contraargumentos formales sobre los casos de Nueva York, pero
OpenAI hizo una declaración pública esta semana en la que se refirió a la
demanda de The New York Times como “sin mérito” y señaló que la capacidad del
chatbot para repetir textualmente algunos artículos era una “inusual falla”.
“El entrenamiento
de modelos de inteligencia artificial con materiales de acceso público en
internet es un uso legítimo, como demuestran precedentes antiguos y ampliamente
aceptados”, afirmó el lunes la empresa en su blog.
También insinuó que The New York Times “ordenó al modelo que lo reprodujera
o seleccionó sus ejemplos de entre muchos intentos”.
OpenAI se refirió a los
acuerdos de licencia que firmó el año pasado con The Associated Press, con la
empresa alemana de medios Axel Springer y con otras organizaciones como
ejemplos de cómo la compañía está tratando de apoyar un ecosistema de noticias
saludable. OpenAI paga una cantidad no revelada por la licencia del archivo de
noticias de la AP. The New York Times mantuvo conversaciones similares antes de
decidir demandar.
OpenAI afirmó este año
que el acceso al “archivo de textos de alta calidad y basados en hechos” de la
AP mejoraría las capacidades de sus sistemas de IA. Pero su blog de esta semana
restaba importancia al contenido de las noticias para el entrenamiento de la
IA, argumentando que los grandes modelos lingüísticos aprenden de un “enorme
conjunto de conocimientos humanos” y que “cualquier fuente de datos individual
—incluido The New York Times— no es significativa para el aprendizaje previsto
del modelo”.
¿QUIÉN
VA A GANAR?
Gran parte del argumento
de la industria de la IA se basa en la doctrina del “uso justo” de la ley de
derechos de autor de Estados Unidos, la cual permite usos limitados de
materiales protegidos por derechos de autor, para la enseñanza, la
investigación o la transformación de la obra protegida en algo diferente.
En respuesta, el equipo
legal que representa a The New York Times escribió el martes que lo que OpenAI
y Microsoft están haciendo “no es uso justo bajo ningún concepto”, porque
están aprovechando la inversión del periódico en su periodismo “para construir
productos sustitutivos sin permiso ni pago”.
Hasta ahora, los
tribunales se han puesto mayoritariamente del lado de las empresas tecnológicas
a la hora de interpretar cómo las leyes de derechos de autor deben tratar a los
sistemas de IA. En una derrota para los artistas visuales, un juez federal de
San Francisco desestimó el año pasado buena parte de la primera gran demanda
contra los generadores de imágenes por IA. Otro juez de California rechazó los
argumentos de la comediante Sarah Silverman de que la empresa matriz de
Facebook, Meta, había infringido los derechos de su autobiografía para
construir su modelo de IA.
Las demandas más
recientes han aportado pruebas más detalladas de los supuestos perjuicios, pero
Aggarwal dijo que cuando se trata de utilizar contenidos protegidos por
derechos de autor para entrenar sistemas de inteligencia artificial que ofrecen
una “pequeña parte de esos contenidos a los usuarios, los tribunales no
parecen inclinados a considerar que se trata de una infracción de los derechos
de autor”.
Las empresas tecnológicas
citan como precedente el éxito de Google a la hora de rechazar las
impugnaciones legales contra su biblioteca de libros digitales. En 2016, la
Corte Suprema de Estados Unidos confirmó la resolución de un tribunal de menor
instancia que rechazaba el argumento de los autores de que la digitalización de
millones de libros por parte de Google y la exhibición pública de fragmentos de
los mismos constituían una infracción de los derechos de autor.
Pero los jueces
interpretan los argumentos del uso justo caso por caso y “en realidad depende
mucho de los hechos”, en función del impacto económico y otros factores, dijo
Cathy Wolfe, ejecutiva de la empresa holandesa Wolters Kluwer que también forma
parte del consejo del Copyright Clearance Center, que ayuda a negociar
licencias de medios impresos y digitales en Estados Unidos.
“Sólo porque algo
esté gratis en internet, en un sitio web, no significa que puedas copiarlo y
enviarlo por correo electrónico, y mucho menos utilizarlo para realizar
negocios comerciales”, dijo Wolfe. “¿Quién va a ganar?
No lo sé, pero desde luego soy partidaria de proteger los derechos de autor
para todos. Eso impulsa la innovación”.
MÁS
ALLÁ DE LOS TRIBUNALES
Algunos medios de
comunicación y otros creadores de contenidos miran más allá de los tribunales y
piden a los legisladores o a la Oficina de Derechos de Autor de la Biblioteca
del Congreso de Estados Unidos que refuercen la protección de los derechos de autor
en la era de la IA. Un grupo de la Comisión de Asuntos Jurídicos del Senado de
Estados Unidos escuchará el miércoles el testimonio de ejecutivos y defensores
de los medios de comunicación en una audiencia dedicada al efecto de la IA en
el periodismo.
Roger Lynch, director
general de la cadena de revistas Conde Nast, tiene previsto decir a los
senadores que las empresas de IA generativa “están utilizando nuestra propiedad
intelectual robada para construir herramientas de sustitución”.
“Creemos que la solución legislativa puede ser sencilla: aclarar que el uso de contenidos protegidos por derechos de autor en relación con la IA generativa comercial no es un uso justo y requiere un permiso”, dice una copia de las declaraciones preparadas por Lynch.
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