CONTAMINACIÓN: La contaminación del aire está vinculada con el alzhéimer, según un estudio de EE.UU.
EFE: Washington. - Un
estudio elaborado por científicos de EE.UU. ha revelado que las personas
expuestas a altos niveles de contaminación del aire, especialmente aquella
generada por el tráfico de vehículos, tienen más probabilidades de desarrollar
condiciones relacionadas con la enfermedad de Alzheimer.
La
investigación, publicada esta semana en la revista Neurology, fue realizada por
un equipo internacional de científicos y encabezada por Grace Christensen, de
la Escuela Rollins de Salud Pública en la Universidad Emory en Atlanta
(Georgia).
"Se ha
determinado que la exposición a las partículas en suspensión, o materia
particulada, está asociada con el mal de Alzheimer, y la hipótesis es que causa
inflamación y estrés oxidante en el cerebro",
señaló el artículo.
Estas partículas son
diminutos cuerpos sólidos o gotas muy finas de líquidos dispersos en la
atmósfera y los investigadores apuntaron que se cree que el gen APOE, que
implica un riesgo genético mayor de alzhéimer, se modifica en la asociación con
esas partículas.
Según la Asociación del
mal de Alzheimer, se calcula que en Estados Unidos unos 6,7 millones de
personas, mayores de 65 años, padecen esta enfermedad. El 73 por ciento de
ellas son mayores de 75 años de edad.
La mayoría de estas
personas con alzhéimer son blancas, pero los estudios médicos señalan que los
afroamericanos y los hispanos tienen un riesgo más alto de desarrollar esa
enfermedad.
La investigación mostró
que las personas expuestas a altas concentraciones de las partículas en
suspensión en el aire, al menos un año antes de su muerte, tenían más
probabilidades de presentar altos niveles de aglomeraciones anormales de
fragmentos de proteínas entre las células nerviosas.
Esas aglomeraciones,
conocidas como placas, señalan la presencia de alzhéimer en el tejido cerebral.
Para este estudio los investigadores examinaron el tejido cerebral de 224 personas que habían convenido en la donación de sus cerebros tras la muerte para ayudar en el estudio de la demencia. Las personas habían muerto a una edad promedio de 76 años.
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