ENFOQUE: ¿Qué les espera a las fuerzas kenianas?
EFE: Puerto Príncipe, Haití.
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Las fuerzas policiales que formarán parte de la misión multinacional de apoyo a
la seguridad en Haití emprenden viaje hacia un país que encontrarán sumido en
un crítico deterioro del clima de seguridad y que agoniza a causa de la
violencia.
Las
bandas armadas controlan la mayor parte de la región metropolitana de Puerto
Príncipe, causando estragos día y noche, ante la falta de respuesta de las
autoridades.
El clima de inseguridad
se remonta a hace más de seis años y se deterioró aún más en 2021 con el
asesinato del presidente Jovenel Moise en su residencia privada.
El poder de las bandas
Actualmente las
carreteras nacionales están ocupadas por pandilleros que instalan peajes, las
comisarías de policía son destruidas por las bandas y poblaciones enteras viven
bajo el dominio de unos grupos armados que pretenden sustituir a las
autoridades del Estado.
Haití está plagado de
secuestros, asesinatos y ataques armados, que se multiplican y que convierten
al país en invivible e imposibilitan la libre circulación.
Frente a ello, los
civiles levantan gigantescas barreras en sus barrios para protegerse de los
ataques armados de las bandas, que conquistan cada vez más territorio.
Esta situación de terror
ha provocado la huida de miles de haitianos al extranjero, entre ellos
estudiantes, médicos y profesionales y especialistas de diferentes ámbitos, a
pesar de que el país ya tenía escasez de ellos.
El centro de la capital,
corazón económico de Haítí, ha sido totalmente destruido por las bandas
armadas, obligando a miles de personas a refugiarse también en ciudades de
provincia y en decenas de campos de desplazados.
Hambre, inseguridad,
pobreza
Todo ello hace aumentar,
además, el número de personas en inseguridad alimentaria en un país donde el
precio de los productos de primera necesidad sube casi a diario.
Cerca de 5 millones de
personas (casi la mitad de la población) se enfrentan en Haití a inseguridad
alimentaria aguda y, de ellas, 1,64 millones afrontan niveles de
"emergencia", según los datos que maneja el Programa Mundial de
Alimentos (PMA).
Así, cuando comiencen a
llegar este martes los efectivos de Kenia -despedidos hoy por el presidente del
país, William Ruto- se encontrarán a un Haití sumido en una inseguridad
creciente que empobrece a miles de personas, destruye la economía y agrava la crisis
social.
Van a hallar a unas
nuevas autoridades (un Consejo Presidencial y un Gobierno encabezado por Garry
Conille) que tienen la difícil tarea de llevar adelante la transición y crear
un clima de seguridad propicio para la celebración de comicios en un país que
actualmente no tiene representantes electos.
Los ciudadanos están
impacientes por vivir en paz, en un Haití donde puedan circular libremente,
donde ningún territorio esté controlado por las bandas armadas y donde los
estudiantes puedan acudir a las aulas, después de haber perdido meses de clase
a causa del cierre de los centros educativos.
Con la llegada de las tropas, Haití está llamado a vivir una nueva era, entre la esperanza de restaurar la paz duradera perdida durante años y de conseguir la recuperación económica, social y política de un país puesto de rodillas por los grupos armados.
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